La obra te traslada a un paisaje de montaña, donde a lo lejos se avecina una tormenta sobre las cumbres nevadas. El frío, el viento y la nieve son perceptibles observando el cuadro.
Recuerdos y sensaciones que el autor tiene de sus visitas al Pirineo Aragones y donde la majestuosidad del pico Monte Perdido siempre está presente.
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